24 de octubre de 2007

INVIERNO EN MONTEVIDEO

A fines de junio y con la intención de acortar un poco el año decidimos con Neil, mi marido, ir a pasar 4 días al vecino país de Uruguay, mas precisamente a su capital: Montevideo.
Montevideo es un ciudad costera, tiene 20 Km. de playas y casi todos los barrios o zonas tienen salida a la playa: Ciudad Vieja, Centro, Palermo, Parque Rodó, Punta Carretas, Pocitos, Buceo, Malvin, Punta Gorda y finalmente Carrasco.

Salimos del Puerto de Buenos Aires en el Buquebus de las 8 AM y 3 horas después estábamos deserbancando en el Puerto con una mañana radiante de sol y menos frío del que esperábamos; nos trasladamos a un hotel ubicado en la Av. 18 Julio a tan solo 3 cuadras de la Plaza Independencia, que divide la ciudad vieja del centro administrativo y financiero de la ciudad. En el centro se mezclan los trajes y grandes edificios, con el ritmo candencioso del mate, el “tu” en lugar del “vos” argentino, el candombe y ese ritmo aletargado que contagia a toda la ciudad.

Como cada vez que llego a un lugar nuevo, no puedo contener la ansiedad de salir a conocer y recorrer todo!!! Asi que desarmamos los bolsos y partimos. Lo primero que nos llamo la atención fue el tema del cambio de moneda, en una cuadra podes encontrar hasta 3 sitios donde poder cambiar directo desde pesos argentinos; y no todos tienen el mismo cambio, con lo cual es conveniente mirar antes de elegir.
Otra sorpresa los ómnibus, todavía conservan las viejas maquinas manuales de boletos que te envolvían con la ilusión de que te tocara uno capicúa; e incluso algunos tienen un auxiliar que expende los boletos además del chofer que maneja. Y lo mejor de todo es que no necesitas monedas, pagas con billetes y te dan vuelto...A la vuelta del hotel tomamos un ómnibus que nos llevo hasta Punta Carretas, almorzamos en la costanera, dimos una vuelta por la playa y fuimos caminando hasta el shopping. Café de por medio volvimos caminando por el pintoresco Boulevard Artigas y la ruidosa Av. España hasta el hotel.
A la noche, tomamos una cerveza en la calle Mitre, una zona pobladas de bares y pubs, y comimos en el restaurante “La Corte” en Plaza Matriz, un edificio antiguo aunque cargado de detalles modernos, que tiene el honor de haber recibido entre sus comensales al presidente Bush y su mujer, en su visita a Uruguay. Debo reconocer que la comida es muy buena y la atención del personal inmejorable, en el buen sentido.

Al día siguiente, y aprovechando nuevamente el sol, decidimos ir a Punta del Este; fuimos a la terminal de ómnibus Tres Cruces y tomamos un ómnibus de la linea COT (la otra linea es COPSA) que en 2 horas nos llevo al Este. Que decir de este paraíso que no hayan dicho u oído, pero bueno hicimos algunos de los clásico: Playa Brava, caminata por Gorlero y calle 20, donde hicimos compras aprovechando que como es temporada baja casi todos los negocios están de liquidación, almorzamos en Kitty en el puerto y después recorrimos toda la punta donde nos sorprendimos con el antiguo faro y la iglesia de La Candelaria pintada de celeste, que no conocíamos. De ahí un café en Il Greco y cuando bajo el sol y el frío se adueño del paisaje emprendimos el regreso, tan enamorados de Punta del Este como la primera vez...

El domingo, era el día esperado para conocer la famosa feria de Tristán Narvaja. Quienes conocen el rastro de Madrid, pueden darse una idea de lo que es esta feria, un sinfín de puestos callejeros que se extiende por unas 6 cuadras desde la Avenida 18 de Julio hasta La Paz, a lo largo y una veintena de cuadras a los costados, a la vuelta, y también mas allá. En la feria pueden encontrar de todo, y cuando digo “de todo” quiero significar exactamente eso: TODO. Mascotas, libros nuevos y usados, antigüedades, chucherias, CDs y DVDs y demás artículos de audio, productos de limpieza, ropa, accesorios, verduras y frutas, cepillos, muebles, herramientas, productos de perfumería y tocador, comestibles, lámparas y artefactos eléctricos, juguetes, y todo lo que se puedan imaginar. La feria abre todos los domingos del año, en el horario de 9 a 15 hs. Y bien vale la pena darse una vuelta alguna vez. Eso si tengan en cuenta que a media mañana se llena de turistas y montevideanos que mate en mano se aprestan a “dominguear” con lo cual hay que armarse de paciencia para avanzar entre medio de la muchedumbre.
De la feria nos trasladamos a la ciudad vieja para repetir un clásico uruguayo, comer en el mercado del puerto, mas precisamente en la barra de “El Palenque”, no en las mesas del restaurante sino en los banquitos de madera apostados alrededor de la parrilla, donde elegís con los ojos y el aroma, los mas variados cortes de carne, pero siempre incluyendo la picanha, ese corte inspirado en Brasil, que no deja de sorprenderte por lo tierno y sabroso. Y después de almorzar, el lento regreso por callejones y calles empedradas hacia el centro y una de las librerias mas grandes y completas que conocí: "Puro verso", donde podes perderte entre libros nuevos y usados, clásicos y contemporáneos, ofertas y novedades. Mas tarde caminamos hasta el palacio legislativo y otros monumentos históricos de la ciudad, y la noche estábamos tan cansados que solo tuvimos animo para comer en el bar de enfrente al hotel y hacer zapping en la Tv.

El lunes, y aprovechando que el barco salía a las 19 hs., nos levantamos temprano, desayunamos y fuimos a conocer Carrasco. Es el barrios mas elegante de la ciudad, parecido a nuestro San Isidro pero mas pueblerino y silencioso; es la zona donde se ubican las principales embajadas, entre ellas la nuestra, y algunos hoteles boutique de 4 o 5 estrellas, además de bares, y otros locales comerciales. Desde ahí volvimos para el lado de Pocitos y su playa de arenas claras, y almorzamos en un bodegón típico de barrio: Costa Brava cuya especialidad es la milanesa rellena a la parrilla: una delicia!!!!

Como dice el refrán, con panza llena y corazón contento, volvimos al hotel a esperar el transfer que nos llevo al puerto para embarcar con destino a Buenos Aires. Llegamos a casa, con la alegría de lo vivido y la tristeza de lo efímero que fue este viaje a una ciudad pintoresca, tranquila y acogedora; una mezcla de gran ciudad y pueblo provincial que no dejas de sorprender a quienes, como yo, añoran aquellos viejos tiempos...

1 comentario:

Melanie dijo...

Pueden recomendarme una linda confitería en Montevideo como para invitar a una merienda de cumleaños a mi compañera de trabajo (ya que viajaremos a la ciudad para unas conversaciones de negocios con clientes uruguayos), y como coincide con su cumpleaños me gustaría invitarla a celebrar una tarde con una rica torta, en un lugar preferentemente bonito y agradable.
Agradeceré el dato :) saludos!